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74 Pág. Escritores Jaime Olate


—Don Juan, si usted pertenece a las Fuerzas Armadas –tenía alrededor de 35 años, fuerte, con su aspecto latino muy saludable— comprende que podemos retirarnos con pensión a los 20 años de servicio y menos de 40 años de edad; yo lo hice con 25 años de servicio y tenía recién 46 años. Ninguna novedad como usted ve —agregué con una sonrisa, mientras el resto bebía y charlaban hasta por los codos.

Intrigado por su comentario, mirando mi copa comencé a hablar de modo que sólo él me oyera.

—Usted tiene aspecto de soldado profesional ¿Nos conocimos mientras yo era Detective? Claro usted es más joven que yo.

Es cierto que soy un parlanchín para hablar de cosas sin importancia, bueno para las bromas, pero hay ciertas cosas que un ex policía evita hablar; por ejemplo nunca decir el gobierno está mal o bien u otra imprudencia similar.

—La verdad es que oí hablar de usted y de su sigilosa carrera funcionaria.
—¿Bien o mal?  —una sonrisa en mis labios hizo el milagro para que el hombre hablara casi desenfadadamente.
—Soy mercenario, usted ha oído que hay un “despelote” en el gobierno porque nos están preparando para ir al Golfo Pérsico.
—¡Ah, sí, para ir a Irak!
—Exacto, me atrevo a decírselo por su reputación de hombre reservado. Por lo demás, más de alguno de mis amigos que ya están hablando tonterías con el trago, va a abrir la boca. En el fondo quiero saber su opinión acerca de los mercenarios.
¡Uf, mi diplomacia sufrió un sobresalto! ¿Cómo diablos iba a decirle que ir a matar por un sueldo no estaba de acuerdo con mis principios? Busqué desesperado una respuesta que me dejara bien parado, pero sin mentir.
—¡Qué flautas pasa con usted? ¿No encuentra trabajo en Chile o le gustan las aventuras?

Parece que no fue muy diplomática mi respuesta, pues el soldado quedó meditabundo como sopesando sus palabras.

—¿Qué le parece no tener esposa, soy soltero, mis padres ya fallecieron y apenas tengo amigos? De hecho no hay nada que me obligue a quedarme en Chile, me despidieron de mi trabajo; me encontré con los antiguos camaradas que hicimos el Servicio Militar y un oficial que anda buscando soldados para prepararlos para luchar en Irak. De modo que usted no aprueba mi calidad de mercenario; no lo culpo, pues ahora se dedicará tranquilamente a su familia y amigos, libre de la obligación de perseguir delincuentes…, su guerra ya terminó.